Mi Buenos Aires querido
Sentado al borde de una silla desfondada,
Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí
Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan
bellamente.
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido
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